El frigorífico es uno de los pocos electrodomésticos que permanece encendido las 24 horas del día, los 365 días del año. Esta continuidad lo convierte en un elemento clave del consumo energético en el hogar. Aunque su presencia es esencial, muchas veces pasamos por alto cómo su ubicación, ventilación y estado de mantenimiento influyen directamente en su eficiencia y, por ende, en nuestra factura de la luz.
¿Cuánto consume un frigorífico?
El frigorífico representa uno de los mayores focos de consumo energético en el hogar. Al estar en funcionamiento continuo, puede llegar a suponer entre el 14 % y el 30 % del consumo total de electricidad en una vivienda, según la eficiencia del modelo y los hábitos de uso.
Consumo medio en kWh
De forma general:
- Un frigorífico moderno de clase A (nueva escala energética) consume entre 150 y 250 kWh al año.
- Modelos más antiguos o menos eficientes pueden superar los 400–500 kWh anuales.
Esto equivale, aproximadamente, a:
- 0,4–0,7 kWh diarios para modelos eficientes.
- 1 kWh diario o más para modelos antiguos.
Teniendo en cuenta el precio medio de la electricidad, esto se traduce en gastos anuales que oscilan entre 35 € y 150 €, según el equipo y su eficiencia.
Diferencias entre modelos antiguos y nuevos
La diferencia de consumo entre frigoríficos de vieja y nueva generación es notable. Los modelos antiguos, especialmente los fabricados antes de 2010, suelen incorporar tecnologías de compresión menos eficientes y escaso aislamiento térmico.
Por el contrario, los frigoríficos actuales con compresores inverter, sensores de temperatura y sistemas de ventilación interna optimizados pueden consumir hasta un 60 % menos energía, sin perder capacidad de refrigeración.
Clasificación energética: antigua vs nueva
Hasta 2021, la escala energética iba de A+++ a D, lo que generaba cierta confusión al concentrarse la mayoría de los equipos en la franja A++/A+++.
La nueva etiqueta energética, vigente en Europa, ha simplificado la escala de A (máxima eficiencia) a G (mínima eficiencia), haciendo más evidente qué modelos ofrecen un consumo optimizado.
Escala antigua | Nueva escala aproximada |
A+++ | B o C |
A++ | D |
A+ | E |
A | F o G |
¿Consume más una nevera llena o vacía?
Sorprendentemente, una nevera llena consume menos energía que una vacía. Esto se debe a que los alimentos almacenados actúan como masa térmica, ayudando a mantener estable la temperatura interior. Cuanta más masa fría hay, menos trabajo debe hacer el compresor para mantener las condiciones internas cuando se abre la puerta.
Sin embargo, es importante:
- No sobrecargarla (para no dificultar la circulación del aire frío).
- Distribuir los alimentos adecuadamente para optimizar la eficiencia.
Colocación del frigorífico: cómo influye en el consumo
La ubicación del frigorífico en la cocina no solo afecta a su rendimiento, sino también a su consumo eléctrico. Una colocación inadecuada puede forzar al compresor a trabajar más de lo necesario, incrementando significativamente el gasto energético y reduciendo la vida útil del electrodoméstico.
Alejado de fuentes de calor
Colocar el frigorífico cerca de fuentes de calor como:
- Hornillos, hornos, microondas o lavavajillas
- Zonas expuestas al sol directo (ventanas sin cortinas, orientaciones sur u oeste)
Hace que el aparato tenga que compensar constantemente el calor ambiente para mantener la temperatura interna. Esto se traduce en un aumento del consumo energético de hasta un 20–30 %, especialmente en verano.
Ventilación trasera: imprescindible
El motor del frigorífico y el sistema de condensación (habitualmente situados en la parte trasera) necesitan expulsar el calor generado durante el proceso de refrigeración. Si el aire caliente no puede circular y disiparse correctamente, se produce un sobrecalentamiento que reduce la eficiencia del equipo y acelera su desgaste.
Por ello es clave:
- No empotrar completamente el frigorífico en espacios sin rejillas o aperturas de ventilación.
- Evitar cerramientos herméticos o esquinas sin flujo de aire.
Distancias mínimas recomendadas
Para garantizar una ventilación eficaz y un funcionamiento eficiente, los fabricantes suelen recomendar dejar:
- Al menos 5 cm entre la parte trasera del frigorífico y la pared.
- 2–3 cm a cada lado si está entre muebles.
- Mínimo 10 cm de espacio libre por la parte superior.
Estas medidas permiten una circulación de aire adecuada que ayuda a mantener estable la temperatura del motor y a reducir el consumo.
Ventilación y organización interna para mejorar la eficiencia
El interior del frigorífico también juega un papel crucial en su consumo energético. Una buena distribución de los alimentos y el respeto al flujo de aire interno permiten que la refrigeración sea más homogénea, rápida y eficiente, lo que reduce el esfuerzo del compresor y, por tanto, el gasto de energía.
No bloquear las salidas de aire
La mayoría de frigoríficos modernos cuentan con salidas de aire frío en la parte trasera o en los laterales. Estas boquillas distribuyen el frío de forma constante, y si se bloquean con envases o alimentos:
- Se crean zonas más frías o más calientes dentro del frigorífico.
- El motor se ve obligado a trabajar más para compensar la falta de refrigeración uniforme.
- Puede aumentar el riesgo de congelación o deterioro de los alimentos.
Es importante mantener despejadas estas salidas y no apoyar envases contra las paredes internas.
Distribuir bien los alimentos
Un frigorífico organizado favorece:
- Una mejor circulación del aire frío.
- Mayor facilidad para encontrar productos (menos tiempo con la puerta abierta).
- Mayor conservación de los alimentos.
Para ello:
- Deja espacios entre productos para que el aire fluya sin obstáculos.
- Agrupa alimentos por zonas: carnes y pescados en la parte más baja, lácteos y bebidas en zonas medias, frutas y verduras en cajones específicos.
- No uses baldas de cristal como «almacenaje sin control»: el orden es parte de la eficiencia.
Evitar sobrecargarlo
Aunque una nevera moderadamente llena ayuda a mantener la temperatura interna (la masa térmica conserva el frío), sobrecargarla tiene el efecto contrario:
- Dificulta la circulación del aire.
- Obliga al sistema de refrigeración a hacer ciclos más largos.
- Aumenta el riesgo de que alimentos se deterioren o congelen.
El equilibrio ideal: llenado funcional, sin saturar espacios, permitiendo siempre el paso del aire entre los productos.
Mantenimiento básico para reducir el consumo de energía
Un frigorífico bien mantenido no solo conserva mejor los alimentos, sino que puede reducir significativamente su consumo energético a lo largo del tiempo. Incorporar tareas sencillas de mantenimiento en la rutina del hogar es clave para asegurar su eficiencia y prolongar su vida útil.
Limpieza de bobinas y gomas
Las bobinas del condensador, situadas en la parte trasera o inferior del frigorífico, disipan el calor que el aparato extrae del interior. Cuando están cubiertas de polvo, pelusa o grasa:
- La transferencia de calor se dificulta.
- El compresor trabaja más tiempo y con más esfuerzo.
- Se incrementa el consumo eléctrico de forma constante.
- Limpia las bobinas al menos dos veces al año, con un cepillo suave o una aspiradora con boquilla estrecha.
- También es importante mantener en buen estado las gomas de la puerta:
- Asegúrate de que sellan correctamente y no están agrietadas o deformadas.
- Una puerta mal cerrada permite la entrada de aire caliente, obligando al motor a trabajar más.
- Descongelar si no es No Frost. Si tu frigorífico no cuenta con tecnología No Frost (que evita la formación de escarcha), debes descongelarlo manualmente cuando notes una acumulación visible de hielo, especialmente en el congelador.
Cuidado con la capa de hielo de más de 5 mm
- Disminuye la capacidad de enfriamiento.
- Aumenta hasta un 30 % el consumo energético.
- Puede dañar el sistema de refrigeración.
Lo ideal es realizar el descongelado cada 3–6 meses, según el uso y las condiciones de humedad.
- Revisar y ajustar la temperatura. La temperatura ideal para conservar alimentos con eficiencia y sin desperdiciar energía es:
- Entre 4 °C y 6 °C en el compartimento del frigorífico.
- –18 °C en el congelador.
Bajar de esos valores no aporta beneficios adicionales en conservación, pero sí incrementa el consumo de forma innecesaria.
Usa un termómetro interno para comprobar que los ajustes del panel se corresponden con la temperatura real.
Qué hacer en vacaciones
Durante ausencias prolongadas, el frigorífico puede seguir consumiendo energía sin necesidad. Para evitarlo, considera:
- Vaciarlo y desconectarlo si estarás fuera más de dos semanas. Deja la puerta entreabierta para evitar malos olores y moho.
- Si no puedes desconectarlo:
- Ajusta la temperatura al mínimo necesario.
- Retira productos perecederos y limpia el interior.
- Algunos modelos tienen un modo vacaciones que reduce el consumo manteniendo una temperatura estable.
En definitiva, aunque solemos pensar en el frigorífico como un electrodoméstico básico, su impacto en el consumo energético del hogar es significativo. Afortunadamente, mejorar su eficiencia está en nuestras manos: desde elegir un modelo adecuado hasta colocarlo en el lugar correcto, organizar bien los alimentos o realizar un mantenimiento periódico.
Cada una de estas acciones, por pequeña que parezca, contribuye no solo a reducir la factura eléctrica, sino también a disminuir nuestra huella energética.
En Eleia Energía creemos en el poder de la información y en la suma de gestos conscientes para construir un modelo energético más sostenible. Apostar por la eficiencia comienza en casa, con decisiones diarias que hacen la diferencia.