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regulando la temperatura y humedad

Qué papel juega la humedad en el confort térmico y el gasto energético 

En casa buscamos sentirnos a gusto: ni pasar frío, ni derretirnos en verano. Pero muchas veces, sin darnos cuenta, nos centramos únicamente en la temperatura y dejamos de lado un factor igual de importante: la humedad

Más del 30% de las viviendas en España presentan algún tipo de problema relacionado con la humedad, según diversos estudios del sector. Este exceso o defecto puede alterar la sensación térmica, afectar a nuestra salud y, además, disparar el consumo energético del hogar. 

Mantener un adecuado nivel de humedad en casa no solo es clave para garantizar el confort térmico, sino también para evitar un gasto energético innecesario. A continuación, exploramos la importancia de la humedad y cómo su control puede ayudarnos a vivir de forma más eficiente, saludable y sostenible. 

¿Qué grado de humedad debemos tener en casa? 

Cuando hablamos de humedad en el hogar, nos referimos sobre todo a la humedad relativa: es decir, el porcentaje de vapor de agua presente en el aire en relación con la cantidad máxima que ese mismo aire podría contener a una determinada temperatura. También existe la humedad absoluta, que mide los gramos de vapor de agua por metro cúbico de aire, pero es menos utilizada en contextos domésticos. 

Una humedad excesivamente baja puede causar sequedad en la piel, irritación de las vías respiratorias y sensación térmica más fría de lo que indica el termómetro. Por el contrario, niveles muy altos favorecen la condensación, la aparición de moho y la proliferación de ácaros, además de intensificar la sensación de bochorno en verano. 

humedad alta

Para garantizar el confort térmico y evitar problemas de salud o deterioro en la vivienda, los expertos recomiendan mantener la humedad relativa en un rango ideal que oscile entre el 40% y el 60%. Este umbral puede ajustarse ligeramente según la época del año: 

  • En invierno, se aconseja mantenerla entre el 40 % y el 50 %, para evitar la condensación en superficies frías y la sequedad ambiental provocada por la calefacción. 
  • En verano, lo ideal es situarla entre el 50 % y el 60 %, ya que el aire cálido puede contener más vapor de agua sin causar incomodidad. 

Un buen control de estos niveles mejora tanto el bienestar físico como la eficiencia energética de cualquier espacio. 

Cómo afecta la humedad a tu consumo energético 

Un mal control de la humedad no solo afecta nuestro bienestar, sino también el rendimiento energético del hogar: 

  • Mayor uso de calefacción y aire acondicionado: Si la humedad es alta en verano, necesitamos bajar más la temperatura del aire acondicionado. En invierno, si es muy baja, solemos subir la calefacción para contrarrestar la sensación de frío seco. 
  • Deterioro de materiales aislantes: La humedad constante puede dañar materiales como lana de roca o poliuretano, reduciendo la eficiencia del aislamiento térmico. 
  • Mal funcionamiento de electrodomésticos: Los ambientes húmedos favorecen la corrosión y la formación de moho, afectando a equipos eléctricos y reduciendo su vida útil. 
  • Necesidad de ventilación constante: En espacios con mala ventilación, la acumulación de humedad obliga a abrir ventanas o usar sistemas de extracción, lo que puede alterar la temperatura interior y aumentar el gasto energético. 

Según estudios del sector, los problemas de humedad pueden incrementar el consumo energético del hogar en hasta un 20% 

Cómo lograr la temperatura y humedad ideal en casa 

Un mal control de la humedad en casa no solo afecta a la sensación de confort, sino que también tiene consecuencias directas sobre el rendimiento energético del hogar y, por tanto, sobre la factura. 

humedad y condensación

Cuando la humedad no se mantiene en los niveles recomendados, el cuerpo humano percibe las temperaturas de forma más extrema, lo que nos lleva a usar más intensamente sistemas de calefacción o refrigeración. Pero el impacto va mucho más allá de la percepción térmica: 

  • Mayor uso de calefacción y aire acondicionado. En verano, una humedad elevada reduce la capacidad del cuerpo para eliminar calor mediante el sudor, lo que incrementa la sensación de calor y nos obliga a bajar la temperatura del aire acondicionado más de lo necesario. En invierno, una humedad demasiado baja genera un ambiente seco que intensifica la sensación de frío, lo que nos lleva a subir la calefacción, a menudo sin necesidad real. 
  • Deterioro de materiales aislantes. La exposición constante a ambientes húmedos provoca la degradación progresiva de materiales como el poliuretano, la lana mineral o las espumas aislantes. Esto reduce su eficacia, favorece la aparición de puentes térmicos y compromete el rendimiento energético de la envolvente del edificio. 
  • Mal funcionamiento y menor vida útil de los electrodomésticos. La humedad excesiva propicia la corrosión de componentes eléctricos y la acumulación de moho o condensación en sistemas como neveras, calderas, lavadoras o equipos de ventilación. Esto puede traducirse en un mayor consumo, fallos prematuros y un gasto extra en mantenimiento o reposición. 
  • Necesidad de ventilación constante. En espacios donde la humedad se acumula (cocinas, baños, dormitorios mal ventilados), es habitual recurrir a la ventilación natural abriendo ventanas, o a la extracción forzada. Ambas opciones, si no están bien gestionadas, pueden generar pérdidas térmicas que desequilibran el clima interior y obligan a los sistemas de climatización a trabajar más horas. 

Según estudios del sector, los problemas de humedad no gestionados pueden suponer un incremento de hasta un 20% en el consumo energético de una vivienda. A largo plazo, esto no solo repercute en el bolsillo, sino también en el confort y la durabilidad del inmueble. 

Beneficios de controlar la humedad en casa 

Controlar la humedad no solo mejora la sensación térmica inmediata, también aporta beneficios significativos a medio y largo plazo, tanto para la salud como para el bolsillo y la estructura del hogar. 

confort en el hogar
  • Ahorro en la factura energética. Un ambiente bien equilibrado en humedad requiere menos correcciones térmicas. No hace falta poner la calefacción tan alta ni abusar del aire acondicionado. Esto se traduce en una reducción directa del consumo energético y, por tanto, de los costes mensuales. 
  • Mejora de la calidad del aire y de la salud. La humedad excesiva favorece la proliferación de ácaros, moho y bacterias, mientras que la sequedad extrema puede provocar sequedad en las mucosas, irritación de garganta y problemas respiratorios. Mantener el nivel adecuado reduce riesgos para personas con alergias, asma o piel sensible, y crea un entorno más saludable para toda la familia. 
  • Mayor durabilidad de la vivienda. Un ambiente húmedo puede producir manchas, desconchados de pintura, deformaciones en la madera, oxidación de estructuras metálicas y deterioro de materiales de construcción. Controlar la humedad contribuye a mantener techos, paredes y mobiliario en buen estado por más tiempo, y evita costosas reparaciones por filtraciones o condensaciones ocultas. 
  • Mayor vida útil de los sistemas y equipos del hogar. La humedad afecta directamente al rendimiento de equipos como calderas, ventiladores, deshumidificadores y electrodomésticos. Un entorno controlado alarga su vida útil y optimiza su eficiencia, lo que también contribuye al ahorro energético. 

En definitiva, la humedad es un factor clave —y a menudo pasado por alto— en la eficiencia energética del hogar. No basta con regular la temperatura: un control adecuado de la humedad permite disfrutar de un mayor confort térmico, preservar la salud de quienes habitan la vivienda y cuidar la integridad de la propia construcción. 

En Eleia Energía, trabajamos para ayudarte a lograr hogares más eficientes, confortables y saludables. Con tarifas y soluciones adaptadas a cada vivienda o negocio, te acompañamos para que el control del clima interior no sea una preocupación, sino una ventaja. 
Porque un hogar confortable es también un hogar inteligente.