Las residencias de mayores se encuentran entre los centros asistenciales con mayor demanda energética. Mantener un entorno confortable para personas que, en muchos casos, son especialmente vulnerables a los cambios de temperatura y a la calidad del aire, requiere un uso intensivo de climatización, iluminación, agua caliente sanitaria y equipamiento especializado.
En distintos artículos del sector se repite la estimación de que, en España, el consumo medio de electricidad en estos centros podría rondar los 40.000 kWh anuales.
Buena parte de este consumo proviene de la climatización, un servicio esencial para el bienestar y la salud de los residentes. La calefacción en invierno y el aire acondicionado en verano garantizan temperaturas estables y agradables, reduciendo riesgos asociados al frío o al calor extremos. A esto se suma la iluminación constante de espacios comunes y habitaciones, la producción de agua caliente sanitaria para duchas y lavandería, y el funcionamiento continuo de cocinas y equipos médicos.
Reducir este gasto sin comprometer el confort es un reto que requiere diagnóstico, planificación y la aplicación de medidas de eficiencia energética adaptadas a la realidad de cada centro.
Diagnóstico energético: el primer paso para ahorrar
Antes de implementar cualquier medida de ahorro, es fundamental conocer en detalle cómo, cuándo y dónde se consume la energía dentro de la residencia. Un diagnóstico energético bien planteado permite priorizar actuaciones y asegurar que cada inversión tenga un retorno claro.
Identificación de puntos críticos de consumo
El primer paso consiste en analizar las áreas y servicios que concentran el mayor gasto energético. En una residencia de mayores, estos puntos suelen ser:
- Climatización (calefacción, refrigeración y ventilación).
- Producción de agua caliente sanitaria (ACS) para duchas, lavandería y cocina.
- Iluminación, especialmente en zonas comunes y pasillos que permanecen encendidos durante gran parte del día.
- Equipos de cocina industrial y lavandería, que funcionan a altas temperaturas y con ciclos intensivos.
- Dispositivos médicos y de asistencia, que requieren alimentación continua.
Este mapeo inicial permite identificar ineficiencias como equipos antiguos, zonas sobreclimatizadas o mal iluminadas, y consumos residuales en horarios de baja actividad.
Auditoría energética: una inversión rentable. Una auditoría energética profesional ofrece datos precisos y recomendaciones específicas. Este análisis puede incluir mediciones de consumo en tiempo real, evaluación del estado de los equipos, inspección del aislamiento del edificio y estudio de los patrones de uso. Además, proporciona un plan de acción priorizado, que ayuda a decidir qué mejoras acometer primero y cuáles pueden esperar, maximizando así el retorno de la inversión.
Concienciación entre personal y residentes. La tecnología por sí sola no garantiza el ahorro: las personas también son clave. Formar al personal en buenas prácticas de uso de la energía, como apagar equipos fuera de servicio, optimizar el uso de la climatización o aprovechar la luz natural, puede suponer reducciones significativas en el consumo. Involucrar a los residentes, siempre que sea posible, también suma: pequeños gestos como cerrar puertas para conservar el calor o no bloquear radiadores con mobiliario contribuyen al objetivo común.
En conjunto, un diagnóstico riguroso y la implicación de quienes viven y trabajan en la residencia sientan las bases para cualquier estrategia de eficiencia energética sólida.
Soluciones para reducir el consumo
Reducir el gasto energético en una residencia de mayores requiere un plan integral que combine mejoras tecnológicas con cambios de hábitos. Estas son algunas de las soluciones más efectivas, adaptadas a las áreas con mayor impacto en el consumo.
Climatización: eficiencia y control inteligente. La climatización representa una de las partidas más elevadas del consumo energético. Implementar protocolos de control de temperatura ayuda a mantener un rango óptimo sin derroches: entre 21 °C y 23 °C en invierno, y entre 24 °C y 26 °C en verano. Un sistema de ventilación bien regulado también es clave: permite renovar el aire sin pérdidas térmicas innecesarias. Los recuperadores de calor son especialmente útiles, ya que aprovechan la energía del aire expulsado para templar el aire entrante. Actualizar la instalación con equipos de alta eficiencia, como bombas de calor de última generación, y sistemas de gestión centralizada que ajusten el funcionamiento según la ocupación, puede reducir drásticamente el consumo.
Iluminación: luz adaptada a cada necesidad. Sustituir toda la iluminación por tecnología LED es una de las medidas con retorno más rápido, ya que puede reducir el gasto eléctrico hasta en un 80 % frente a sistemas antiguos.
Para optimizar aún más:
- Instalar detectores de presencia en pasillos, almacenes y aseos.
- Usar temporizadores en zonas de uso programado.
- Incorporar dimmers para ajustar la intensidad lumínica según la hora del día o la actividad.
Además, potenciar la entrada de luz natural mediante la distribución y disposición adecuada del mobiliario contribuye al bienestar y reduce la necesidad de iluminación artificial.
Agua caliente sanitaria (ACS): confort con menor gasto. El suministro de ACS es esencial en una residencia, pero también uno de los consumos más intensivos. Para optimizarlo:
- Instalar calderas de alta eficiencia o bombas de calor específicas para ACS.
- Colocar grifos eficientes, perlizadores y reductores de caudal que disminuyen el uso de agua caliente sin sacrificar el confort.
- Programar los sistemas para que trabajen en las horas de menor coste energético, cuando la tarifa lo permite.
Aislamientos: evitar que el calor o el frío se escapen. Un buen aislamiento térmico es una inversión que se traduce en ahorro a largo plazo. Revisar y mejorar paredes, techos, suelos, ventanas y puertas puede reducir significativamente la necesidad de climatización.
Opciones como doble acristalamiento, sellado de juntas y cortinas térmicas ayudan a mantener temperaturas estables, mejorando el confort de los residentes y reduciendo el trabajo de los sistemas de calefacción y refrigeración.
Energías renovables y tarifas adaptadas
Adoptar energías renovables en una residencia de mayores no solo es una decisión ambientalmente responsable, sino también una estrategia eficaz para reducir los costes operativos a medio y largo plazo.
Paneles solares: producir energía limpia y propia. La instalación de paneles solares fotovoltaicos permite generar parte, o incluso la totalidad, de la electricidad que necesita el centro durante el día. Esto se traduce en una menor dependencia de la red eléctrica, una factura más baja y una protección frente a las fluctuaciones en los precios de la energía. En climas soleados, como gran parte de España, el rendimiento de estas instalaciones es especialmente alto, y los tiempos de amortización se han reducido gracias a la bajada de costes de los equipos y a las ayudas disponibles.
Autoconsumo e integración con climatización. El autoconsumo ofrece la ventaja de utilizar directamente la energía producida, maximizando el ahorro y reduciendo pérdidas. Una de las estrategias más interesantes es integrar la generación renovable con los sistemas de climatización, de manera que el excedente de energía solar alimente equipos de calefacción o refrigeración de alta eficiencia. En Eleia Energía hemos abordado este tema en profundidad en nuestro artículo Integrar energías renovables con sistemas de climatización, donde explicamos cómo esta sinergia permite optimizar el confort de los residentes al mismo tiempo que se reduce la huella de carbono.
Tarifas adaptadas: pagar solo por lo que realmente se necesita. Incluso con una instalación de autoconsumo, contar con una tarifa eléctrica ajustada al perfil de consumo es clave para maximizar el ahorro. Analizar los horarios de mayor demanda, la estacionalidad y la potencia contratada puede revelar oportunidades de optimización sin inversiones adicionales.
Impacto del ahorro energético en el entorno
La aplicación de medidas de eficiencia energética en una residencia de mayores no solo se refleja en las cifras de la factura eléctrica. Su efecto se extiende al bienestar de las personas, a la sostenibilidad medioambiental y a la proyección social de la institución.
- Confort de usuarios y empleados. Un control preciso de la climatización, una iluminación adecuada y un suministro constante de agua caliente mejoran de forma directa la calidad de vida de los residentes, muchos de ellos especialmente sensibles a los cambios de temperatura o a entornos poco iluminados. También favorece el trabajo del personal, que desarrolla sus tareas en condiciones más estables y saludables, reduciendo la fatiga y aumentando la productividad.
- Ahorro económico. Reducir el consumo energético implica liberar recursos que pueden destinarse a otras áreas prioritarias, como la mejora de instalaciones, la contratación de más personal o la ampliación de servicios. Con un plan bien diseñado, los ahorros pueden ser sostenidos y crecer año tras año, especialmente si se combina eficiencia con autoconsumo renovable y tarifas ajustadas.
- Reducción de emisiones. Menos consumo significa menos demanda de energía procedente de fuentes fósiles, y por tanto, menos emisiones de CO₂ y otros contaminantes. Esto contribuye a los objetivos globales de lucha contra el cambio climático y a la mejora de la calidad del aire local, con beneficios directos para la salud.
- Mejora de la imagen institucional. Las residencias que apuestan por la eficiencia y las energías limpias transmiten un mensaje claro de compromiso con el medio ambiente y el bienestar de las personas. Este enfoque puede convertirse en un factor diferencial frente a otras opciones, mejorando la reputación del centro entre familias, autoridades y la comunidad.
En definitiva, el ahorro energético es mucho más que una reducción de costes: es una oportunidad para reforzar la misión social de la residencia, ganar competitividad y contribuir a un futuro más sostenible para todos.
Reducir el consumo energético en una residencia de mayores no es solo una cuestión de ahorro económico: es una estrategia integral que impacta directamente en el bienestar de quienes viven y trabajan en ella, en la sostenibilidad ambiental y en la reputación del centro.
A través de un diagnóstico riguroso, la implantación de soluciones eficientes, desde la climatización inteligente hasta el autoconsumo con energías renovables, y la elección de tarifas adaptadas al perfil real de consumo, es posible alcanzar un equilibrio óptimo entre confort y eficiencia.
En Eleia Energía acompañamos a las residencias en cada paso de este camino, ofreciendo asesoramiento especializado y tarifas adaptadas al tamaño y las necesidades de cada residencia. Porque mejorar la eficiencia energética no solo transforma los números de la factura, sino que también impulsa un modelo de cuidado más responsable, competitivo y comprometido con el futuro.